La Perfumada
Roxana Martínez Huerta
Consuelo Gaytán, la portera del edificio, se
enamoró de Luis González, el inquilino del departamento nueve; y era
correspondida. Sólo había un pequeño detalle, el hombre era casado. Gloria, que
así se llamaba la esposa, era ‘agente de ventas’, que equivalía a decir
que iba de puerta en puerta, ofreciendo los perfumes que Luis preparaba
en el ‘laboratorio’ improvisado en un cuarto de servicio de la azotea.
Los vecinos del rumbo conocían a Gloria como ‘La
Perfumada’, pues siempre estaba impregnada de las esencias aromáticas que
vendía por las calles del centro de la ciudad de México. Luis y La Perfumada,
habían procreado tres hijos, que en ese momento estaban en edad escolar. Así
que todos los días salían juntos, madre e sus hijos; una, a ofrecer sus
productos y, los otros, a la escuela. De esta situación se aprovechaban los
amantes, pues todas las mañanas, una vez que la familia había salido, subían al
cuartito a satisfacer sus apetitos sexuales.
No se sabe con exactitud cómo se enteró Gloria de
la traición del esposo, pero cuentan que un día la escucharon llorar y discutir
con el infiel compañero, a quien reclamaba a gritos su artera traición. Luego
se le vio abandonar el departamento, cerrar con fuerza la puerta detrás de si y
salir corriendo del edificio. Atravesó la avenida 20 de Noviembre sin fijarse
que estaba el siga... un automóvil la arrolló y la mató al instante.
Un par de meses después, muerta Gloria y ya sin
obstáculos que los detuviera, Consuelo se casó con Luis; se hizo cargo de los
huérfanos y continuó con su trabajo en la portería de aquel edificio de seis
pisos, que se ubicaba en la calle de 5 de Febrero. Un día Consuelo barría las
escaleras, y percibió un olor conocido; era el perfume que siempre usaba la
difunta. Sintió tal temor, que aventando la escoba, entró corriendo a su casa.
Cuando comentó el suceso con los inquilinos, algunos coincidieron en que
también habían percibido un peculiar olor, entre esencias de rosas, lavanda y
almizcle.
Al volverse recurrente este fenómeno
inexplicable, los vecinos sentían cierto temor de caminar solos por los
pasillos y escaleras. Cada vez era mayor el rumor de que el fantasma de La
Perfumada rondaba el edificio.
Un día que entraba yo al edificio, escuché un
grito aterrador y, vi que venía cayendo una mujer. Era Consuelo Gaytán que caía
desde la azotea del edificio de seis pisos. Fue un golpe seco. La cabeza
estalló al chocar contra las losetas del patio y la sangre y los sesos
salpicaron las puertas y las escaleras. El cuerpo quedó desmembrado.
Se armó un gran barullo entre los vecinos. Hubo
quien afirmó que ‘La Perfumada’ aventó a Consuelo cuando se encontraba
barriendo el último piso, en venganza por haberle quitado no sólo al
esposo, sino la vida. Algo de razón tendría ya que nunca se volvió a sentir su
presencia, y jamás volvimos a oler el excéntrico perfume.
Han pasado más de treinta años de aquel terrible
suceso, pero cuando paso frente al edificio siento un horror indescriptible; el
mismo que sentí cuando vi caer a Consuelo.
Tomado del Horror de la gaceta en La Gaceta de Chicoloapan
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