sábado, 19 de febrero de 2011

La columna Incómoda 95

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Somos el grupo de los mismos.

En una actitud autocrítica, un priista me decía hace poco: “Uno de los problemas del PRI es que somos el grupo de los mismos. Cuando se anuncia la creación de una nueva agrupación o el relevo en las organizaciones del partido, siempre somos los mismos. Hoy toma protesta un “líder” y ahí estamos, mañana asume “otra líder”, y allí estamos los mismos. Uno esperaría que cuando se da el relevo de los jóvenes, de las mujeres o de los sectores, aparecieran nuevos personajes, que mostraran cómo el partido va creciendo y fortaleciéndose; pero no, siempre somos los mismos. No acabamos de entender que para que el PRI gane, debemos, no sólo abrir las puertas, sino impulsar a nuevos liderazgos, de tal manera que cuando un nuevo grupo aparezca, represente más gente para el PRI”.

Política bonsai
Y es que en el PRI hay quien se esfuerza por demostrar que es líder, aunque no lo sea. En alguna ocasión dijimos que se estaban generando líderes por nombramiento. Alguien lograba apropiarse de una estructura y a partir de allí se asumía como “líder” con la capacidad de decidir por los demás, con el derecho de marginar a los demás. Una muestra de la carencia de oficio político que ha llevado a las derrotas electorales y la destrucción de estructuras.
Ello ha generado que el PRI se encuentre en un punto de quiebre, y listo, como ya se hizo costumbre, para sufrir una nueva derrota. En un colmo de cinismo, ya hay voces que dicen que “probablemente” se pierda este año, y que eso les permitirá presentarse en el 2012 como los “héroes” que rescatarán la presidencia municipal para el PRI. No es difícil entender lo que pasa, es más, todo es transparente y previsible, basta sólo echar una ojeada al pasado reciente para entender el presente. A mediados del 2008, un año antes de la elección municipal, en el PRI se escenificaban hechos que marcarían su futuro inmediato. Un puñado de personajes tocaban puertas y presionaban para ser, no sólo escuchados sino tomados en cuenta en las decisiones del PRI; se enfrentaban a la cerrazón de un grupo de 5 iluminados capitaneados por el entonces presidente del comité municipal, con el objetivo era impedir que gentes sin ninguna representación (según su dicho) o advenedizos que podrían disputar algo que no les correspondía, entraran al partido, opinaran y decidieran. Llegaron incluso a “plantar” a un secretario de gobierno, por atreverse a invitar a la misma mesa a dichos personajes menores.
En aquél entonces, esta advenediza columna denunció esas actitudes y señaló que lo grave no era el hecho en si mismo, sino que mostraba claramente la “política” que se estaba imponiendo en Chicoloapan: Frente al gobierno perredista, ni una sola crítica pues había negocios y nóminas en juego; y dentro del PRI, los menos posibles. Las estructuras partidistas y electorales se utilizaron sólo para meter a la familia y a los cuates en la nómina del partido. En ese reparto de utilidades ni siquiera invitaron a los cinco. Esa actitud soberbia, denuncié, conducía a la derrota, pues generaba una mayor división, muchos marginados, otros despreciados y los más, ignorados. La derrota del 2009, dejó aún más lastimado al partido.
La dinámica política, la descomposición del grupo en el poder, el crecimiento de la población y los desastres electorales durante 10 años, modificaron los escenarios. El número de electores rebasa los 100 mil. Aquéllos ninguneados son hoy reconocidos como “expresiones”; de 5 pasaron a 11. ¿Pero qué creen? Ahora que están adentro, son capitaneados por el mismo personaje que en 2008 los ninguneó, con el objetivo de impedir en 2011, que personajes que no tienen ninguna representación (según su dicho) o advenedizos que podrían disputar algo que no les corresponde, entren al partido, opinen y decidan.
En toda etapa de crisis hay alternativas: o se hunden o se fortalecen. Hoy despotrican unos contra otros. Hoy se desgarran las vestiduras y se llaman ¡Traidores! ¿Quién traiciona? ¿El que ve cerrar las puertas del partido y decide emigrar en busca de otras opciones que satisfagan sus ambiciones; o el que desde adentro, opera y negocia para que no gane “su” candidato?. Pero las historias no siempre terminan igual: Hoy es un hecho que son cada vez, quienes opinan saber quién NO llegará a la presidencia municipal, en el 2012.

Que 20 años no es nada.
A principios de la década de los 90, Alejandro Encinas y Felipe Bravo Mena compitieron, uno por el PRD y otro por el PAN, por la gubernatura del Estado de México, es obvio que no ganaron. En la última década se han refugiado en la comodidad y las ventajas del poder en la ciudad de México. Ahora vuelven, como diría Gardel, con la frente marchita y las nieves plateando sus sienes, para volver a competir por la gubernatura mexiquense. Qué bueno por ellos, ¿pero si no ganan volverán a emigrar para ir a refugiarse en las bondades del presupuesto?
¿Pero qué pasa en el PRD, que no pudo en dos décadas, gran parte de las cuales tuvo el poder y los recursos suficientes, generar un sólo cuadro capaz de competir por una gubernatura? ¿Qué pensarán los militantes respecto de sus líderes que están buscando en las filas del PRI a un prospecto que sí gane? ¿Es decir que sólo en el PRI hay candidatos que tienen la simpatía de la gente?
Del PAN se entiende, pues ha se ser terrible gobernar seis años con el eterno epíteto de “ilegítimo”, por lo que las palabras de “Señor Presidente”, que ahora escucha de parte de los gobernadores surgidos de las alianzas, deben sonar a campanas celestiales

El memorioso
Juan Bautista Mendoza

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