miércoles, 18 de octubre de 2017

La Columna Incómoda

Coordinadores de Organización

Juan Bautista Mendoza

En morena se lleva a cabo un proceso interno para la designación de posiciones estratégicas en diferentes niveles, llamadas coordinaciones de organización: estatal, distrital (federal y local) y municipal.
La primera etapa consistió en la definición del género, que se obtuvo por insaculación (tómbola). En el caso que nos ocupa resultó: para el Municipio de Chicoloapan: mujer; para el distrito local 5: hombre y para el distrito federal 30: hombre. Como se sabe, con la nueva distribución electoral que hizo el INE, los distritos mencionados integran al municipio de Chicoloapan (70 secciones) y la zona oriente de Chimalhuacán (40 secciones).
En cada nivel organizativo hubo un periodo de registro de aspirantes, que variaron entre 8 y 12 personas, de los cuales el Consejo Estatal, por votación directa y secreta, eligió una terna.
Por ello, actualmente, se habla de tres aspirantes en cada nivel. Esta terna estará a consideración de los ciudadanos, a través de una encuesta, luego de la cual vendrá la designación del coordinador o coordinadora. No se trata de candidatos a algún puesto de elección popular, sino de aspirantes a ocupar el cargo de coordinador de los trabajos político electorales de morena y del fortalecimiento del partido, de sus estructuras de base, de afiliación y de promoción y defensa del voto.
Este proceso muestra a morena como un partido en movimiento. Es decir, que las formas para la designación interna de sus representantes lo  vuelve un partido activo, en interacción entre los equipos políticos y con la comunidad. En todos los municipios del país hay una efervescencia política que mantiene en constante movimiento a sus militantes y simpatizantes. Chicoloapan no es la excepción. Aquí los equipos políticos afiliados a morena promueven a sus aspirantes al cargo de coordinador municipal que, como ya dijimos debe ser una mujer.
Cada equipo realiza asambleas informativas y recorridos en las comunidades, liderados por las aspirantes, quienes al tiempo que informan a la ciudadanía del proceso que lleva a cabo morena, distribuyen el instrumento informativo más importante que tiene morena: el periódico Regeneración a través del cual se difunden las actividades propias del partido y de su dirigente nacional Andrés Manuel López Obrador.
Desde sus diferentes trincheras realizan el trabajo estratégico de posicionar a morena entre la simpatía ciudadana. Estas acciones han tenido un efecto directo en la comentocracia que provoca opiniones, filias y fobias, incluso entre los agentes enmascarados de las redes sociales que buscan contrapuntear a los grupos; o de los otros institutos políticos que aplauden o rechiflan a unos y a otros.
Esto es así, por el hecho de que morena es la primera fuerza política en Chicoloapan, lo que genera inquietud entre aquellos que quieren enquistarse en el poder, y que saben que tienen el rechazo mayoritario de los ciudadanos conscientes y atentos a las cuestiones políticas.
Sobresalen a mi parecer, tres aspirantes vecinos de nuestro municipio: en el distrito electoral federal 30: César Agustín Hernández (de la colonia Revolución); distrito local 05, Antonio Cervantes (de la colonia Francisco Villa); y para la coordinación municipal: Nancy  Gómez Vargas (vecina del Barrio Tlatel).

 Tomado de la Columna Incómoda de La Gaceta de Chicoloapan

Relatos desde Regina

Una Madre Alcahueta

Roxana Martínez Huerta

Se escucha muy fuerte el término alcahueta, pero esas fueron las palabras de una madre en desgracia. Entre tantas historias de horror que vivimos los pasados días a causa del terremoto que devastó varios edificios a su paso, una mujer anónima, como tantas que han dado su testimonio a propios y extraños, narró que sí, efectivamente era muy permisiva y consentidora con sus dos hijos, un niño de siete años y una jovencita de trece años, sobre entendiéndose, que su familia estaba formada únicamente por ellos tres, ahí no había padre, abuelos, tíos, ni nadie más.
Dijo que esa mañana, cuando los despertó para acudir a la escuela, la adolescente le dijo que tenía flojera de levantarse, pero que al día siguiente seguro iría, y el niño, no hizo ni el intento por pararse de la cama, sólo se envolvió en las cobijas dándole la espalda. A ella le pareció bien, así que desayunó en silencio, y se fue a trabajar, pensó para sí, que regresaría pronto, pero cuando, pocos minutos después del temblor, recibió un whatsapp de los vecinos de la unidad, avisándole que su edificio había colapsado, comenzó su víacrusis; el camino de regresó a casa, se le hizo eterno, aún no acordonaban el lugar, y pudo entrar. Sus ojos no daban crédito a lo que veían; los cinco pisos estaban reducidos a piedras, escombros, pedazos de telas, restos de tinacos y fierros retorcidos que levantaban un montículo grotesco en donde habían quedado sus hijos sepultados, muertos, despedazados; siendo éstos de los primeros en sacar de entre los escombros.
Después de reconocer los cuerpos y darles sepultura, regresó a la unidad a ayudar a los vecinos, preparando la comida a los rescatistas, dando consuelo a familiares de personas que seguían entre los escombros, alguien le preguntó, por qué tanta fortaleza, cualquiera se hubiera derrumbado al quedarse sin familia y sin patrimonio alguno, a lo que ella contestó, serena, sin una lágrima, sin que se le quebrara la voz siquiera:
-No he tenido tiempo de llorar. Qué más quisiera yo que tener un lugar, un espacio a solas para desahogarme, para gritar mi dolor, pero mis vecinos me necesitan. Además haga lo que haga no los voy a resucitar, no los voy a volver a ver a mis niños. A lo mejor cuando pase la emergencia pueda pensar con sosiego y calma, ahora no puedo- dijo, siendo interrumpida por mujeres del campamento provisional llamándola a gritos.
Los que escuchamos su relato nos preguntamos, ¿si ese día sus hijos hubieran acudido a la escuela seguirían vivos?, puesto que la escuela a donde iban quedó intacta, ¿si hubiera sido un poco más enérgica con ellos habrían salvado la vida? Nadie tiene la respuesta, algunos piensan que los seres humanos ya tenemos un destino marcado. ¿Será? Esta desgracia estúpida y repetida una vez más, nos ha dejado mucho qué pensar, qué reflexionar ¿No crees?

 Tomado de la Sección Mujer de La Gaceta de Chicoloapan

Relatos desde Regina

Sucedió en Talpa

Roxana Martínez Huerta

Hace dos años fuimos con la familia a pagar una manda, a la iglesia de la Virgen del Rosario, que está en Talpa, Jalisco. Me acuerdo bien que fue en marzo, pues en ese mes se celebraba allá la fiesta en honor de San José.
El regreso los hicimos de noche. El sueño y el cansancio vencieron a la mayoría de los pasajeros, y pronto el vehículo se quedó en silencio. Yo venía sentado cerca del chofer, quien apagó el radio, y me preguntó.
-¿Usted no tiene sueño, joven?
-No. Se me espantó, y eso que no he dormido en 48 horas  le contesté.
-Pues, entonces platíqueme algo, si no me duermo,  dijo sonriendo.
-No me espante. No quiero morir tan joven. -Dije bromeando, acomodándome a gusto en el asiento.
El chofer, como buen michoacano, platicaba muy ‘sabrosón’. Supe que era de Apatzingán, que estaba recién casado, y que hacía tiempo que había entrado al oficio y otras cosas que no recuerdo. 
Cuando pasamos el poblado de Atenguillo, el chofer tomó un camino de terracería; según él, para ganar tiempo. Así transcurrió un buen rato. De repente entramos en una inesperada y espesa niebla. No se veía el camino, y comenzó a bajar la temperatura de forma exagerada. Pasaron como veinte minutos, cuando el conductor frenó bruscamente. Los pasajeros se despertaron inquietos, preguntando que ocurría, por qué nos habíamos detenido. Todos teníamos miedo, incluidos el chofer y yo, quienes, por cierto, éramos los únicos hombres jóvenes a bordo.
Afuera sólo había silencio y oscuridad, se sentía una vibra rara, que hacía que nadie abriera las ventanillas por miedo a “algo desconocido”. Dentro del autobús el nerviosismo y la incertidumbre se apoderaron de los pasajeros; las mujeres y los niños empezaron a rezar y a llorar. Los ojos del chofer lo decían todo: había perdido el camino.
No sé si pasó poco o mucho tiempo, pero a mí se me hizo eterno. Luego oímos murmullos de voces y vimos unas luces. El autobús, con el motor apagado, comenzó a retroceder. Algo lo empujaba desde fuera. Cuando se detuvo, bajamos con el chofer a investigar. Las voces eran de unos peregrinos que llevaban unas lámparas y entonaban cantos religiosos. Todos iban vestidos de blanco y se alejaron sin decir nada.
La neblina se disipó tan abruptamente como había llegado, y en ese momento, por las huellas de los neumáticos, nos dimos cuenta que el conductor había frenado al ras del camino, sobre un precipicio. Un movimiento más nos hubiera mandado al fondo de la barranca. Impresionados abordamos el autobús y recorrimos el resto del camino preguntándonos qué es lo que había pasado. Unos decían que las ánimas del purgatorio nos salvaron la vida; otros, que eran ángeles; el chofer, que era obra de la Virgen de Talpa.
Yo nunca entendí lo que pasó. Pero si no fue milagro, entonces ¿cuál es la explicación?
Tomado del Horror de La Gaceta de Chicoloapan