miércoles, 20 de febrero de 2013

Columna Incómoda 115

A Luis Donaldo Colosio le tocó jugar un papel protagónico en una década de gran cuestionamiento social al PRI y al sistema político mexicano. En el sexenio, que inició en 1982, se profundizó la crisis económica; un sismo histórico resquebrajó los cimientos de la capital del país, y, al interior del gobierno y del partido, las partes conservadoras, ante el temor de un efecto dominó, desconocieron o impidieron diversos triunfos de la oposición. Esta cerrazón hizo eclosión, primero en 1987, con el desprendimiento de la corriente democrática del PRI, y luego, con la elección de 1988 y la “caída del sistema”.
Enmedio de una gran crispación política, Colosio es designado, el 3 de diciembre, presidente del PRI nacional. Desde su toma de protesta reconoce la difícil situación del país y el necesario impulso democrático: “Vivimos un momento esencialmente político (pero) el PRI no teme a la democracia. Siempre la ha impulsado, y lo hará decididamente en estos momentos cruciales para México. Si nuestro partido fortalece su democracia, se democratiza México”.
Da muestras de sensibilidad política y una convicción democrática; instruye a sus correligionarios: “Hay que abrir las puertas, discutir en voz alta, dialogar permanentemente. No vamos por ello a romper la unidad sino a fortalecerla. Vamos a buscar una unidad fundada en consensos reales. Es tiempo de la política”.
Rescata en todo momento la participación real y efectiva de las bases. En febrero de 1989, al hablar de las asambleas estatales, municipales y seccionales, puntualiza: “No queremos una presencia desinformada de nuestros militantes en recintos específicamente arreglados para el efecto. No queremos discursos que no tienen, entre los asistentes a estas asambleas, el efecto debido.. concebimos asambleas auténticas de debate, de participación, donde el priísmo tenga voz y que su voz cuente y valga”.
Al iniciar la XIV Asamblea Nacional del PRI, en septiembre de 1990 afirmó: “Vamos juntos a poner punto final a la perversión política de las decisiones cupulares y centralizadas; vamos a poner punto final a la imposición y a la antidemocracia”. Y en la clausura: “La vida interna del partido resintió... la subordinación incondicional al poder de los gobernantes. La cultura del elogio, el mimetismo”. y agrega, satisfecho de los acuerdos: “en el futuro, por voluntad de esta Asamblea, quien aspire a un puesto de elección popular, por nuestro partido, tendrá que someterse al juicio de la ciudadanía a la que aspira representar”.
Buscó modernizar al PRI e impulsó su democratización interna. Qué distantes se ven esos procesos de efervescencia política que se vivieron aquéllos años en Chicoloapan y otros municipios del país, cuando la disputa del comité municipal y de las candidaturas se definían con la consulta a la base. Fue en esa época (1990) cuando Luis Donaldo visitó Chicoloapan.
El 28 de noviembre del 93 es designado precandidato del PRI a la Presidencia de la República. Ese día reitera: “soy heredero de una cultura del esfuerzo, y no del privilegio…Soy hombre de profunda convicción democrática… Mi compromiso con la democracia es irrenunciable”.
El 1 de enero de 1994, cuando México se aprestaba a ingresar al primer mundo con la entrada en vigor del TLC, irrumpe en la escena política el EZLN y cimbra, no sólo las estructuras de poder, sino las conciencias de la sociedad. Aparecen los más pobres de los pobres. Al iniciar su campaña Colosio menciona: “Los acontecimientos de Chiapas son un llamado a la conciencia de todos los mexicanos; es un llamado que nos habla de la urgencia de mayor justicia social”.
En un ambiente enrarecido, de presiones de todo tipo, con una sociedad informada y participativa y con rumores sobre la renuncia del candidato oficial, Colosio reafirma su compromiso social. El 1 de febrero, en Anenecuilco, habla así: “La nación no puede seguir adelante con este abismo de marginación y de atraso. Tenemos que cumplirles a los pobres entre los pobres”. Pero es claro en su visión: “Nuestras comunidades no quieren caridad, lo que demandan son oportunidades de desarrollo”.  Y afirma: "Juntos pondremos punto final a la corrupción de los empleados públicos que llegan sin dinero y salen ricos de las comunidades pobres”.
El 6 de marzo en su discurso con motivo del LXV Aniversario del PRI en el Momumento a la Revolución, les dice a los priistas: “Cuando el gobierno ha pretendido concentrar la iniciativa política ha debilitado al PRI” y se compromete a “reformar el poder para democratizarlo y para acabar con cualquier vestigio de autoritarismo. Sabemos que el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración del poder, que da lugar a decisiones equivocadas; al monopolio de iniciativas; a los abusos, a los excesos”.
Les habla no del México moderno, sino del México tercermundista agobiado por la pobreza, el desempleo, la inseguridad: “Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales.”. “Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan...Ese es el México que convoca a mi conciencia” Y Concluía, con vemencia y comvencido de sus principios: "¡Es la hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la corrupción y a la impunidad!"
Dos semanas después fue asesinado.