jueves, 14 de diciembre de 2017

La Columna Incómoda



2018. La disputa por la nación

Si Peña nos llevó al despeñadero ¿adónde nos llevará Meade…?
(pregunta compartida en las redes sociales)

¿Cuántas veces los mexicanos hemos escuchado que ahora sí vamos a progresar y a vivir mejor? ¿Cuántas veces se ha repetido hasta el cansancio que unidos y juntos seremos una potencia de primer mundo? Y que para logarlo debemos de mantener el rumbo; porque si votamos por Andrés Manuel estaremos como en Venezuela. Seríamos un país donde habría cada vez más pobres, con carencia de hospitales y medicamentos; un país donde los precios del gas, la gasolina y la luz se incrementarán constantemente, el país se sumiría en la recesión y habría violencia y muertes todos los días, habría casos de enorme corrupción y, lo que es peor, no serían castigados los corruptos sino que ocuparían cargos de gobernadores, diputados, senadores y hasta presidentes de la república. Entonces, para evitar todo eso, vociferan, debemos votar siempre por el PRI.

Hoy nuevamente somos testigos del patético espectáculo de los medios masivos de comunicación, sumados a la cargada del destape del candidato del PRI. Ganas no les faltaron de interrumpir la programación y transmitir en cadena nacional la liturgia de un partido al que el 85% de los mexicanos ya no quiere en el poder. Somos testigos de actitudes de vasallaje de comunicadores que se dicen modernos y de avanzada, que se afanan en buscar virtudes y bondades del nuevo candidato: si ya desayunó y con quién; o quién lo acompaña en su auto; si tiene una formación académica exquisita, forjada en las mejores universidades privadas y extranjeras. No como los millones de mexicanos que tienen que acudir a escuelas públicas y que, a grandes penas han concluido, en promedio, el grado de secundaria. Y esto nos lo repiten sin ninguna impudicia. 

Los comunicadores se esmeran en ser los primeros en tenerlo como invitado para hacerle preguntas a modo, donde resaltan su experiencia y el gran logro de haber vivido siempre del presupuesto público, y acomodarse en los gobiernos sin importar el color. Lo mismo ha estado al lado de Salinas de Gortari, que de Zedillo, Fox, Felipe Calderón o Enrique Peña. Su especialidad: las áreas de energía, financieras y hacendarias, donde se ha delineado, impuesto y aplicado la ruta económica a nuestro país. Siempre cuidando las finanzas de quienes son dueños del dinero, es decir de los grupos financieros, quienes lograron imponer a un candidato, que “les pondrá la mesa”; que les  garantice la ruta de privatizaciones y negocios del México del primer mundo, del México de las finanzas. ¿Los 60 millones de mexicanos pobres? Esos no importan. Ni siquiera existen en el esquema financiero. Ah, perdón, si existen, pero sólo en época electoral, para que reciban su despensa y voten por el PRI.

Consejeros

Como se sabe, en 2015 Morena llevó a cabo 300 congresos correspondientes a cada uno de los distritos electorales federales. Pero la asamblea del distrito 39 del Edomex (La Paz y Chicoloapan), fue impugnada, por irregularidades evidentes cometidas en contra de militantes morenistas. El asunto llegó hasta el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, quien resolvió que se repusiera la asamblea. En agosto pasado hubo un nuevo intento, pero el salón contratado fue notablemente insuficiente, por lo que se canceló. Fue este 14 de noviembre cuando se realizó y se eligieron a 10 consejeros (5 mujeres y 5 hombres). La Paz obtuvo 4 consejeros. Los otros 6 para Chicoloapan se votaron así: Una dupla compartida entre el equipo de Pedro de la Rosa y el Grupo Tenoch; otra para Adrián Galicia, César Hernández y Rafael Gómez; y otra dupla para el equipo de don Samuel Ríos.

Nancy Gómez ¿La respuesta?

Probablemente cuando usted lea esto se haya realizado una encuesta entre los ciudadanos, para determinar a quién será la coordinadora de organización de morena en Chicoloapan. Como sabe, y si no le recuerdo, que en el partido de Andrés Manuel, para cumplir con la paridad de género, es decir igual número de aspirantes mujeres y hombres, en el Estado de México se sortearon los 125 municipios. La tómbola eligió el género femenino para Chicoloapan.

Es sabido que en los hechos los grupos, equipos, o como se les llame son encabezados, casi todos, por varones. Por ello el resultado agarró en curva a los morenos. No obstante, como siempre dicen, para justificarse, que detrás de cada gandalla hay una mujer sumisa o que al lado de un hombre hay una mujer, se inscribieron las féminas con deseos de competir. De allí viene la terna que será evaluada por la opinión ciudadana. Fue interesante la resolución pues dejó de lado a quiénes ya se sentían bendecidos por el dedo del tlatoani. Emparejó el piso. Porque si bien, por un lado, la mayoría afirma que deben dejar pasar a otros personajes, pues la gente ya está cansada de los mismos, de aquéllos que siempre han vivido del presupuesto, por otro lado, cuestionan a esas compañeras, argumentado que son “desconocidas”, porque no son las mismas de siempre y porque al no haber vivido del presupuesto, carecen de experiencia. 

Retomo lo comentado por una amiga del partido amarillo que me decía, luego de la pasada elección del 4 de julio, que si le había ido tan bien a Morena con una mujer “sin experiencia”, poco conocida y diferente a los mismos de siempre, entonces, en Morena deberían de ser congruentes e impulsar en Chicoloapan a una mujer con un perfil más ciudadano, o que la gente la viera más cercana a ellos. Resultó así y esas son algunas de las características de las tres compañeras aspirantes de morena. En lo personal considero que quien más posibilidades tiene de posicionarse en el imaginario ciudadano es Nancy Gómez Vargas. Es cierto que carece de algunos elementos propios de los políticos de siempre. Aunque, me pregunto ¿han servido de algo al pueblo esas “virtudes” de los políticos?

Juan Bautista Mendoza

Tomado de La Columna Incómoda de La Gaceta de Chicoloapan

Relatos desde Regina

Mujer contra mujer


Roxana Martínez Huerta


Todas las noches con paso lento pasaba por una cajetilla de cigarros a la tienda de la esquina; daba las buenas noches al dueño y se iba echando bocanadas de humo rumbo a su casa, a descansar, luego del pesado trajín de la taquería “El Campeón”, donde había trabajado toda su vida. Yolanda era una mujer alta, corpulenta, pausada en sus movimientos, pero con una cara muy dulce que parecía que siempre estaba triste. Llevaba el pelo corto con un flequillo gracioso, vestía siempre de negro y con calzado bajo; tenía una apariencia casi masculina.

Yo la conocía de antes, de cuando su vida era diferente, de recién casada se ataviaba con vestidos de colores vivos, siempre risueña y buena con todo el mundo, en especial buena hermana y buena hija. Mantenía a toda la familia, pagaba la escuela de sus hermanos y sostenía la casa materna desde que el padre los abandonó.

Pero luego su vida cambió. Ahora la esperaba una casa silenciosa y fría, pues su madre había muerto, sus hermanos se fueron y el esposo, simplemente, desapareció. En tantos años de conocernos siempre que la encontraba intercambiábamos un saludo y nada más. Pero un día coincidimos en la tienda comprando los cigarrillos imprescindibles para ambos. Nos saludamos y nos fuimos calle abajo caminando y fumando en silencio. Nos detuvimos en la esquina. Percibí que esa noche Yolanda tenía necesidad de desahogarse con alguien. Ese fui yo. Platicamos de cosas diferentes, le pregunté qué había pasado en su vida para hacerla cambiar tanto, para estar tan sola. Ella lanzó una voluta de humo sobre mi cara, hizo una mueca de amargura y dijo:

-He tenido mala suerte, yo creo. 

-¿Lo dices por tu esposo?- interrogué.

-No sólo por él. Los de tu sexo, sólo me han dado desilusiones, golpes y desgracias, pero son peor las de mi sexo. Si amiguito. Las mujeres son peores. Esas te parten el corazón y les vale- dijo Yolanda, suspirando.

Dio una calada al cigarro, y siguió hablando, más para ella que para mí:

-Como sabes, mi padre nos abandonó, claro después de haber abusado física y mentalmente de toda la familia. Creí encontrar la tranquilidad, casándome, pero Ramiro era un hombre violento e inseguro, igual que mi padre, y lo peor, mujeriego. Después de pleitos y reconciliaciones, por fin un buen día se largó. Créeme que fue lo mejor, yo ya no lo quería. Seguí trabajando y manteniendo a mi familia, hasta que conocí, según yo, al verdadero amor y la comprensión anhelada. Y cuando más enamorada estaba, Rosa me traicionó- dijo Yolanda con tristeza.

-Si, Rosa, oíste bien. Y para mí era eso, una rosa. Tenía la piel más blanca y más suave que jamás había tocado; el pelo rubio y ensortijado. Pero lo que me enloqueció; fueron sus ojos azules. Era una adolescente mansa y buena, con ella conocí la pasión. Trabajaba, respiraba y vivía sólo para ella y sus caprichos. Creí estar en el paraíso, pero un día me despertó la realidad, y me llevó, la muy canija hasta el infierno- contó Yolanda.

-¿Se fue con otro? -Pregunté.

-Aunque decía estar muy enamorada de mí, un buen día se fue, desapareció por un par de meses. Creyendo que algo malo le había sucedido, pero cuando por fin la encontré, se le notaba un embarazo de cinco o seis meses. Al mismo tiempo que estaba conmigo, estaba con un hombre. Conmigo por interés, y con él, por zorra la desgraciada. Lo único que quería de mí era el dinero que le daba a toda su familia, y mira que era numerosa. Pero a mi no me pesaba, porque mi trataba bien, era tierna y amorosa ¡pura hipocresía! Claro que cuando los encontré juntos, me les fui encima a los dos. Estaba tan enojada que los dejé muy golpeados, sobre todo a él. Le di una cuchillada de gravedad. Me echaron a la policía y se hizo mucho escándalo. Pero como no murió, alcancé fianza y salí. Ojalá se hubiera muerto, así Rosa hubiera regresado conmigo. Sin ella ya no me interesó trabajar ni vivir. Descuidé a mi familia, mi madre murió, y yo me di a la desgracia. Rosa y su marido me mandaron dar una golpiza, por lo de la cuchillada. Los que me atacaron, eran cuatro morros; no sólo me golpearon, para que la obligación fuera completa, me violaron. Quince días después de la golpiza, desperté en la Cruz Verde, con las costillas rotas, la mandíbula fracturada, moretones por todos lados, y agárrate hermano; ¡Embarazada!

Me resultaba difícil de creer lo que Yolanda me contó. Había sido una muchacha buena, y no se merecía lo que le habían hecho. Finalmente le pregunté por el desenlace de aquel relato de horror que me estaba contando.

-Ahí mismo me hicieron un legrado. Semanas después me dieron de alta. El resto de la historia ya la sabes; me convertí en una mujer amargada y sola, a la que te encuentras en la calle cuando sales por cigarros- dijo Yolanda, y emprendió su camino, sin despedirse.

Tomado de la Sección Mujer de La Gaceta de Chicoloapan
 

Relatos desde Regina



El 4° Piso

Por Roxana Martínez Huerta


En el invierno de 1995 fuimos de vacaciones al puerto de Acapulco. Nos hospedamos en el Aristos Mayestic, un hotel moderno de 150 habitaciones y 20 búngalos, con alberca, discotheque, bar, playa privada, restaurante, lavandería y, en cada piso, cómodas salitas de estar. La construcción semejaba un barco y se podía ver la bahía desde todas las habitaciones; las nuestras estaban en el tercer piso.

Pasábamos las mañanas en la playa y por la tarde regresábamos al hotel a refrescarnos, tomar un baño para después salir a comer y dar una vuelta por la costera. 

Una de esas tardes, estábamos ya en la calle cuando mi marido se dio cuenta que había olvidado la cámara fotográfica en la habitación. Para evitar subir toda la familia, yo me ofrecí para ir a buscarla, mientras ellos sacaban el coche del estacionamiento. 

Entré al elevador y marqué el piso 3. Al abrirse la puerta no reconocí el piso. Pensé que quizá me había bajado uno antes, pero el botón marcaba en rojo el piso 4. Apreté el botón para cerrar pero la puerta permaneció inmóvil. Salí del elevador y fui a buscar la escalera. Todo el piso era diferente al resto del edificio. Donde se suponía que estaría la escalera, había un gran espejo empotrado. Los muebles, la sala de estar y toda la decoración eran de la época de los años cuarenta. No había plafones como en los demás techos y en lugar de las lámparas de neón como las del resto del hotel, colgaban unos candelabros. Los huéspedes que descansaban en los sillones, vestían ropa completamente pasada de moda, los peinados del las mujeres eran altos y elegantes, pero no para el clima del puerto. Me quedé parada en medio del corredor. Una pareja de ancianos me saludó con una sonrisa. A pesar de mi prisa y mi descontrol percibí un ambiente agradable y apacible. Se escuchaba música de piano, tintineos de copas y el sonido de los ventiladores; que, por cierto, no había en ningún otro sitio del hotel, pues el sistema en todo el edificio era de aire acondicionado y extractores. Un mozo, al verme perdida, me señaló la escalera con la mirada.

Salí de ahí. Pero en lugar de subir, bajé, pues para mi sorpresa, no había más pisos arriba. No entendía que pasaba. Logré llegar a mi habitación, tomar la cámara y bajar al lobby. Allí encontré a la animadora del hotel, a quien le tenía más confianza que al resto del personal. Le conté lo sucedido y, en lugar de reírse de mí, se quedó muy seria. Luego me dijo que yo era la segunda persona, desde que ella trabajaba ahí, a quien le había pasado lo mismo. Una turista canadiense vivió la misma experiencia el año anterior. Lo preocupante era que esos extraños sucesos tuvieron lugar en el cuarto piso, en un hotel que sólo tenía tres, y que fue construido a finales de los años 80. 

Salí del hotel muy confundida, pero no lo volví a contar a nadie. Sabía que mi familia no me creería. Aquella hermosa tarde, disfrutamos, en silencio, la maravillosa puesta del sol desde “La Quebrada”.

Tomada del Horror de La Gaceta de Chicoloapan
 

sábado, 18 de noviembre de 2017

Relatos desde Regina

Lulú

 Por Roxana Martínez Huerta



Cuando le pregunté a Saúl, mi sobrino, cómo eran sus futuros suegros respondió sin dudar:

-¡A todo dar!

El joven sorprendió a todos por su decisión precipitada de casarse con una chica que recién había conocido un par de meses atrás.

-Son muy jóvenes los dos. Tienen muchas cosas qué hacer antes de contraer tantas responsabilidades como las que hay en un matrimonio –argumenté luego de conocer la noticia.

-Pues Carolina quiere casarse ya. Estamos enamorados y mientras no haya ningún impedimento, las opiniones de los demás carecen de interés para nosotros -respondió el joven.

Cualquier argumento en contra de esa precipitada unión era una pérdida de tiempo, por lo que al pasar dos meses la pareja contrajo matrimonio por el civil y por la iglesia, a cuyos actos acudimos como invitados, donde tuve la oportunidad de conocer a los suegros de Saúl. Platicando acerca de diversos temas, llegamos a comentar lo bien que trataban a Lulú, la muchacha que les ayudaba en el servicio, pues me percaté que la trataban como de la familia. La suegra de Saúl, sin reparo alguno contó que la joven era muy querida por toda la familia, quien la consentía y cuidaba como a una hija más.

-A esa pobre criatura la salvé de una violación inminente -soltó la mujer.

-¿Cómo? ¿Por qué inminente? –Pregunté, francamente intrigada.
-Lulucita, como yo le digo, es de una ranchería del Estado de Puebla, y como parte de sus obligaciones tenía que llevar al el almuerzo a sus tíos y hermanos a las tierras de labor. Siempre iba sola por los caminos del campo cargando su canasta su comida. Un día se topó con una bola de forajidos, quienes al verla sola la atacaron con intenciones de violarla. Tenía once años y era muy flaquita. Era imposible escapar. Pero Quiso Dios que mi esposo y yo pasáramos en ese preciso momento. Veníamos de regreso de la casa de una hermana que vivía en otra ranchería cercana. Al oír los gritos de la muchacha, mi esposo aceleró la camioneta echándoselas encima. Los malditos salieron corriendo, eran como seis, jóvenes todos. Nos bajamos del vehículo para revisarla; tenía algunos moretones y rasguños, el pelo revuelto y toda la ropa rasgada y enlodada. La subimos a la camioneta. La llevamos a su casa. Eran una familia muy pobre. Y si esta vez la rescatamos, algún otro rufián le haría daño más adelante. Por ello convencí a sus padres para que me permitieran llevarnos a Lulú con nosotros. Les prometí que a cambio de algunas labores caseras, le daría comida, techo, cuidados y un sueldo. La familia lo pensó un poco. Pero lo que los convenció fue que les di en ese momento un buen dinerito. Les prometí que cada vez que yo visitara a mi hermana, llevaría a Lulucita conmigo para que saludara a sus padres. Así lo hemos hecho hasta el día de hoy.

Se vino a vivir con nosotros. Resultó ser una buena chica. Me ayudaba en las labores de la casa y la metí a estudiar por las tardes. Todo fue bien los primeros años. Pero ya sabe cómo es la vida. Las mujeres crecen y les empiezan a gustar los hombres. En la escuela conoció a un mal muchacho, de esos irresponsables y flojos pero que la alborotó. Cuando me enteré y conocí al joven sin oficio ni beneficio, le prohibí a Lulucita que saliera con él, pues no le convenía. Lulú se puso rebelde y se escapó con el novio a otro estado, sin importarle mi preocupación ni la responsabilidad que yo tenía con su familia, a la que tuve que ir a comunicarles lo sucedido. Pero a pesar de lo que pensé que me reprocharían o reclamarían, la familia se conformó, diciendo que ya estaba en edad de tener novio. Sólo me pidieron que les avisara si sabía algo de ella. 

Una madruga, un par de meses después, llamaron por teléfono, avisándonos que Lulú había tenido un accidente gravísimo en la carretera. Ella iba sentada en medio del fulano, quien conducía el auto, y un amigo.  Habían bebido demasiado y se impactaron contra otro auto. Los varones llevaban puesto el cinturón de seguridad; no así Lulú que salió volando por el parabrisas. Con el impactó sufrió diversas fracturas en las piernas, la cadera y un brazo, además de heridas profundas en la cabeza. Bueno, para no hacer larga la historia, quedó muy mal. Fui por ella. Me la traje en avión, con médicos y enfermeras a bordo. Aquí la cuidé de día y noche. Fueron meses de angustia. Con paciencia le ayudaba en sus terapias para que volviera a caminar sin secuelas. Siempre la hemos procurado, hasta el día de hoy. Pueden ver lo sana que está. Bien alimentada y sin problema alguna.

Efectivamente la muchacha estaba joven y sana, por lo que no pude reprimir mi comentario:

-Es usted una santa. Poca gente hubiera hecho lo que usted por alguien que no es de su familia.

-No. Qué santa, ni que nada. Hay que ser buenas personas. Nunca sabe uno cuándo va a necesitar de los demás –dijo, sonriendo bonachonamente.

Tiempo después me enteré del motivo de las buenas intenciones de aquella mujer. Su hija Carolina padecía graves problemas de salud desde pequeña, y los continuos y duros tratamientos le habían dañado órganos vitales. Requería un urgente trasplante. La muerte la rondaba. Esa era la causa de la precipitación por casarse. También era el motivo de todo el amor descomunal y cuidados brindados a la jovencita, quien estaba tan agradecida con los buenos tratos de la familia, a quien servía de manera incondicional, al grado que donó, sin oposición alguna, el órgano sano que la hija de su patrona necesitaba para vivir.


Tomado del Horror de La Gaceta de Chicoloapan

Relatos desde Regina

La Niña del Vestido Azul

 Por Roxana Martínez Huerta


Uno de los males de mi matrimonio, aparte de soportar durante cinco años a mi grosera y violenta esposa, fue enriquecer al abogado que llevaba el trámite de mi separación. Como no habíamos quedado en buenos términos, mi ex ponía trabas y peros a cualquier arreglo, por lo que tenía que acudir a las citas muy continuas  con el mentado abogado. En una de esas tantas ocasiones viví un episodio realmente increíble.

El despacho del licenciado estaba en un viejo edificio oscuro y frío, ubicado en la calle de Madero, en el centro de la ciudad. Al llegar entré al vestíbulo a esperar el ascensor, como lo hacía en todas las visitas. Cundo se abrió, una criatura me sonrió desde dentro. Era una niña muy bonita. De escasos diez años, ataviada con un vestido largo color azul turquesa muy fino; traía el pelo recogido con un moño de la misma tela del vestido. La chiquilla tenía unos ojos enormes y hermosos. Supuse que quizá sería la hija de algún abogado o médico del edificio.

Esperé a que saliera. Pero al ver que no lo hacía, le hice la seña de que pasara, pero no se movió. Por la manera fija como miraba, sospeché que era ciega. Pasé mi mano frente a sus ojos, y ella no parpadeó, confirmando mis sospechas acerca de su ceguera. Le  pregunté:

-¿No vas a salir?

-No. voy a volver a subir -dijo recorriéndose al fondo.

Abordé el elevador. Apreté el botón número cuatro. Cuando las puertas se cerraron caí en la cuenta que no le había preguntado a la pequeña a qué piso iba.

-Perdón ¿Tú a que piso vas? –pregunté, dirigiéndome a la niña que supuse estaba detrás de mí.

Al no obtener respuesta, volteé, buscándola, pero ya no estaba. La sangre se me agolpó en la cabeza y sentí el estómago revuelto. Aquella hermosa y dulce criatura resultó ser un fantasma.

Entré al despacho del litigante con la boca seca. La recepcionista al verme en estado de shock me acercó una silla.

-¿Se siente mal? ¿Quiere que llame al doctor de aquí junto? Todavía no llegan sus pacientes y puede venir en seguida -dijo la joven.

-No, ya se me está pasando. Pero si tiene un poco de agua, se lo agradecería. Tengo la boca seca –respondí, arrastrando la lengua.

La chica corrió al despachador de agua, llenó un cono y me lo ofreció. Bebí con avidez el líquido vital. Ya más sereno le conté el suceso que viví en el ascensor.

-Si le creo. Además de usted, cuatro personas más me han dicho que una niña se aparece en el edificio, sobre todo en el elevador.

La recepcionista colocó una silla frente a mí. Se acomodó en ella y me contó lo que sabía acerca de aquella manifestación.

-Vecinos y conocidos cuentan que esa niña era hija de los primeros dueños de este lugar. Vivían en el último piso. La hija menor nació ciega y, como toda criatura era inquieta, tenía una nana que la guiaba y acompañaba a todos lados. Pero un día la ciega se le escapó a la mujer. La niña escuchó el timbre del ascensor y se dio a la carrera para abordar primero, confiada en su intuición. En efecto, llegó cuando la puerta se abrió y se abalanzó hacia adentro. Pero la cabina se había atorado en el segundo piso. La pequeña cayó al vacío y se mató. La ropa con que la enterraron, un vestido largo color azul turquesa muy fino, es con el que se aparece por los pasillos, las escaleras o en el ascensor.


Tomado de la Sección Mujer de La Gaceta de Chicoloapan

Nancy_Notas

Obras o Malobras

Por Nancy J. Gómez Vargas



Bastó un minuto del temblor del 19 de septiembre para desenmascarar el orgullo del gobierno priista en Chicoloapan: El palacio municipal. Como todos los ciudadanos sabemos, el anterior gobierno invirtió y se entretuvo tres largos años en remodelar su castillo de cristal, sin importarle destruir el legado arquitectónico ni los murales de reciente hechura, ni el despilfarro de recursos públicos. El objetivo era tener un palacio ‘moderno’, ‘digno del nuevo siglo’, con puertas automáticas y decorados elegantes. Hoy es un edificio inutilizable y abandonado. Un elefante vacío que no tiene para cuándo se pueda volver a utilizar. Una obra faraónica priista, hecha sin escatimar recursos y con el aval y supervisión de áreas especializadas en obras públicas.

Pero qué podíamos esperar de un gobierno al que sólo le preocupan obras de relumbrón que les permita justificar recursos para su beneficio, como el camellón, los arcos de bienvenida o ‘monumentos’ inútiles. Cuando, por otra parte, Chicoloapan, uno de los 20 municipios más poblados del Estado de México, no cuenta con un hospital.

Todos recordamos que en 2013, con bombo y platillo y con un despliegue publicitario, se anunció que por fin teníamos hospital. Pero terminó esa farsa de administración y ya casi termina el segundo año de la actual, todavía peor, y no hay hospital para Chicoloapan. Lo más seguro es que muy pronto volverán con el cuento de que, ahora sí, por fin les interesa la salud de la gente y terminarán con la construcción. ¿Usted les cree? Yo tampoco.

No mentir, No Robar, No traicionar al pueblo
Por eso, quienes militamos en morena estamos convencidos y apoyamos el proyecto de Nación del licenciado Andrés Manuel López Obrador, y coincidimos con nuestro dirigente cuando afirma que la corrupción es el principal problema de México. “Esa es la causa principal de la desigualdad social y de la inseguridad y la violencia”. Por ello, el propósito central será erradicar, no disminuir, sino acabar con ese cáncer que mantiene en la pobreza a millones de mexicanos. Si acabamos con la corrupción se puede desarrollar al país.

Para muestra un botón. Cuando Andrés Manuel López Obrador fue jefe de gobierno del Distrito Federal, entre otras muchas obras, se construyó en Iztapalapa, “un Hospital de especialidades, con 150 camas y una inversión de 350 millones; casi al mismo tiempo, siendo Peña gobernador del Estado de México, construyó con el Grupo Higa el hospital del municipio de Zumpango, de 125 camas, con un costo de 7 mil millones de pesos, es decir, 20 veces más caro que el hospital de Iztapalapa”. Habría que exigir a los gobiernos estatal y municipal que informen cuántos millones de pesos se han destinado a la construcción del hospital de Chicoloapan y en qué se han gastado.

La reconstrucción del país.
¿Y qué tal el precio del gas? ¿Verdad que es una infamia y un golpe bajo para las familias? País petrolero y la gente sin dinero. Vendemos petróleo barato y compramos gasolina cara. Pero esos corruptos no nos engañan. Somos un país rico, con muchos recursos naturales que se venden o malbaratan a las grandes empresas. Y somos una sociedad de hombres y mujeres capaces y trabajadores, de jóvenes talentosos con deseos de superarse y de encontrar en su país oportunidades de educación y empleo. En morena luchamos por un cambio verdadero que acabe con el régimen de privilegios y prebendas para una camarilla. Por el bien de todos, primero los pobres. Esta labor de organización se está haciendo desde abajo, desde tu colonia, tu barrio, tu calle. Tenemos que estar organizados para transformar a México en una Nación justa y de oportunidades para todos.

En el proyecto de nación de Andrés Manuel López Obrador, con un gobierno honesto y austero, ningún joven se quedará sin educación ni empleo: “En la actualidad existen 2 millones 600 mil jóvenes que no tienen acceso al estudio ni al trabajo. Lo único que han hecho por ellos los de la mafia en el poder ha sido etiquetarlos como ‘ninis’. Nuestro propósito es otorgar becas de 2 mil 400 pesos mensuales a 300 mil jóvenes que asistirán a escuelas de nivel medio superior y a universidades. Asimismo, se contratará como aprendices a 2 millones 300 mil jóvenes desempleados, con salarios de 3 mil 600 pesos mensuales y se les asignará a las actividades productivas del campo, a talleres, empresas y comercios, donde se capacitará para el trabajo”.

Los costos y el origen de los recursos del programa para jóvenes ya están calculados por especialistas en la materia. Sin embargo, la camarilla en el poder y sus medios de comunicación repetirán que son acciones populistas. Como ya lo hicieron cuando Andrés Manuel López Obrador fue jefe de gobierno y estableció las pensiones universales para adultos mayores y el apoyo a madres solteras. En aquél entonces los panistas y priistas lo tacharon de populista por ‘regalar dinero’ que llevaría a la quiebra al Distrito Federal. Todos sabemos que no fue así. Ahora es ley universal y ahora todos los partidos prometen pensiones, apoyos a mujeres y madres solteras, es más, hasta engañan a la gente con tarjetitas rosas.

Pronto nos volveremos a encontrar, mientras los invito a sumarse a morena, a afiliarse e integrar un comité de base, a conocer las 50 Propuestas para el Renacimiento de México. Sólo el pueblo puede salvar al pueblo. Y sólo el pueblo organizado puede salvar a la nación.

NANCY GÓMEZ VARGAS
Aspirante a la Coordinación de Organización Municipal
MORENA CHICOLOAPAN

* Las citas entrecomilladas son del libro “ESTO SOY” de Andrés Manuel López Obrador

miércoles, 18 de octubre de 2017

La Columna Incómoda

Coordinadores de Organización

Juan Bautista Mendoza

En morena se lleva a cabo un proceso interno para la designación de posiciones estratégicas en diferentes niveles, llamadas coordinaciones de organización: estatal, distrital (federal y local) y municipal.
La primera etapa consistió en la definición del género, que se obtuvo por insaculación (tómbola). En el caso que nos ocupa resultó: para el Municipio de Chicoloapan: mujer; para el distrito local 5: hombre y para el distrito federal 30: hombre. Como se sabe, con la nueva distribución electoral que hizo el INE, los distritos mencionados integran al municipio de Chicoloapan (70 secciones) y la zona oriente de Chimalhuacán (40 secciones).
En cada nivel organizativo hubo un periodo de registro de aspirantes, que variaron entre 8 y 12 personas, de los cuales el Consejo Estatal, por votación directa y secreta, eligió una terna.
Por ello, actualmente, se habla de tres aspirantes en cada nivel. Esta terna estará a consideración de los ciudadanos, a través de una encuesta, luego de la cual vendrá la designación del coordinador o coordinadora. No se trata de candidatos a algún puesto de elección popular, sino de aspirantes a ocupar el cargo de coordinador de los trabajos político electorales de morena y del fortalecimiento del partido, de sus estructuras de base, de afiliación y de promoción y defensa del voto.
Este proceso muestra a morena como un partido en movimiento. Es decir, que las formas para la designación interna de sus representantes lo  vuelve un partido activo, en interacción entre los equipos políticos y con la comunidad. En todos los municipios del país hay una efervescencia política que mantiene en constante movimiento a sus militantes y simpatizantes. Chicoloapan no es la excepción. Aquí los equipos políticos afiliados a morena promueven a sus aspirantes al cargo de coordinador municipal que, como ya dijimos debe ser una mujer.
Cada equipo realiza asambleas informativas y recorridos en las comunidades, liderados por las aspirantes, quienes al tiempo que informan a la ciudadanía del proceso que lleva a cabo morena, distribuyen el instrumento informativo más importante que tiene morena: el periódico Regeneración a través del cual se difunden las actividades propias del partido y de su dirigente nacional Andrés Manuel López Obrador.
Desde sus diferentes trincheras realizan el trabajo estratégico de posicionar a morena entre la simpatía ciudadana. Estas acciones han tenido un efecto directo en la comentocracia que provoca opiniones, filias y fobias, incluso entre los agentes enmascarados de las redes sociales que buscan contrapuntear a los grupos; o de los otros institutos políticos que aplauden o rechiflan a unos y a otros.
Esto es así, por el hecho de que morena es la primera fuerza política en Chicoloapan, lo que genera inquietud entre aquellos que quieren enquistarse en el poder, y que saben que tienen el rechazo mayoritario de los ciudadanos conscientes y atentos a las cuestiones políticas.
Sobresalen a mi parecer, tres aspirantes vecinos de nuestro municipio: en el distrito electoral federal 30: César Agustín Hernández (de la colonia Revolución); distrito local 05, Antonio Cervantes (de la colonia Francisco Villa); y para la coordinación municipal: Nancy  Gómez Vargas (vecina del Barrio Tlatel).

 Tomado de la Columna Incómoda de La Gaceta de Chicoloapan

Relatos desde Regina

Una Madre Alcahueta

Roxana Martínez Huerta

Se escucha muy fuerte el término alcahueta, pero esas fueron las palabras de una madre en desgracia. Entre tantas historias de horror que vivimos los pasados días a causa del terremoto que devastó varios edificios a su paso, una mujer anónima, como tantas que han dado su testimonio a propios y extraños, narró que sí, efectivamente era muy permisiva y consentidora con sus dos hijos, un niño de siete años y una jovencita de trece años, sobre entendiéndose, que su familia estaba formada únicamente por ellos tres, ahí no había padre, abuelos, tíos, ni nadie más.
Dijo que esa mañana, cuando los despertó para acudir a la escuela, la adolescente le dijo que tenía flojera de levantarse, pero que al día siguiente seguro iría, y el niño, no hizo ni el intento por pararse de la cama, sólo se envolvió en las cobijas dándole la espalda. A ella le pareció bien, así que desayunó en silencio, y se fue a trabajar, pensó para sí, que regresaría pronto, pero cuando, pocos minutos después del temblor, recibió un whatsapp de los vecinos de la unidad, avisándole que su edificio había colapsado, comenzó su víacrusis; el camino de regresó a casa, se le hizo eterno, aún no acordonaban el lugar, y pudo entrar. Sus ojos no daban crédito a lo que veían; los cinco pisos estaban reducidos a piedras, escombros, pedazos de telas, restos de tinacos y fierros retorcidos que levantaban un montículo grotesco en donde habían quedado sus hijos sepultados, muertos, despedazados; siendo éstos de los primeros en sacar de entre los escombros.
Después de reconocer los cuerpos y darles sepultura, regresó a la unidad a ayudar a los vecinos, preparando la comida a los rescatistas, dando consuelo a familiares de personas que seguían entre los escombros, alguien le preguntó, por qué tanta fortaleza, cualquiera se hubiera derrumbado al quedarse sin familia y sin patrimonio alguno, a lo que ella contestó, serena, sin una lágrima, sin que se le quebrara la voz siquiera:
-No he tenido tiempo de llorar. Qué más quisiera yo que tener un lugar, un espacio a solas para desahogarme, para gritar mi dolor, pero mis vecinos me necesitan. Además haga lo que haga no los voy a resucitar, no los voy a volver a ver a mis niños. A lo mejor cuando pase la emergencia pueda pensar con sosiego y calma, ahora no puedo- dijo, siendo interrumpida por mujeres del campamento provisional llamándola a gritos.
Los que escuchamos su relato nos preguntamos, ¿si ese día sus hijos hubieran acudido a la escuela seguirían vivos?, puesto que la escuela a donde iban quedó intacta, ¿si hubiera sido un poco más enérgica con ellos habrían salvado la vida? Nadie tiene la respuesta, algunos piensan que los seres humanos ya tenemos un destino marcado. ¿Será? Esta desgracia estúpida y repetida una vez más, nos ha dejado mucho qué pensar, qué reflexionar ¿No crees?

 Tomado de la Sección Mujer de La Gaceta de Chicoloapan

Relatos desde Regina

Sucedió en Talpa

Roxana Martínez Huerta

Hace dos años fuimos con la familia a pagar una manda, a la iglesia de la Virgen del Rosario, que está en Talpa, Jalisco. Me acuerdo bien que fue en marzo, pues en ese mes se celebraba allá la fiesta en honor de San José.
El regreso los hicimos de noche. El sueño y el cansancio vencieron a la mayoría de los pasajeros, y pronto el vehículo se quedó en silencio. Yo venía sentado cerca del chofer, quien apagó el radio, y me preguntó.
-¿Usted no tiene sueño, joven?
-No. Se me espantó, y eso que no he dormido en 48 horas  le contesté.
-Pues, entonces platíqueme algo, si no me duermo,  dijo sonriendo.
-No me espante. No quiero morir tan joven. -Dije bromeando, acomodándome a gusto en el asiento.
El chofer, como buen michoacano, platicaba muy ‘sabrosón’. Supe que era de Apatzingán, que estaba recién casado, y que hacía tiempo que había entrado al oficio y otras cosas que no recuerdo. 
Cuando pasamos el poblado de Atenguillo, el chofer tomó un camino de terracería; según él, para ganar tiempo. Así transcurrió un buen rato. De repente entramos en una inesperada y espesa niebla. No se veía el camino, y comenzó a bajar la temperatura de forma exagerada. Pasaron como veinte minutos, cuando el conductor frenó bruscamente. Los pasajeros se despertaron inquietos, preguntando que ocurría, por qué nos habíamos detenido. Todos teníamos miedo, incluidos el chofer y yo, quienes, por cierto, éramos los únicos hombres jóvenes a bordo.
Afuera sólo había silencio y oscuridad, se sentía una vibra rara, que hacía que nadie abriera las ventanillas por miedo a “algo desconocido”. Dentro del autobús el nerviosismo y la incertidumbre se apoderaron de los pasajeros; las mujeres y los niños empezaron a rezar y a llorar. Los ojos del chofer lo decían todo: había perdido el camino.
No sé si pasó poco o mucho tiempo, pero a mí se me hizo eterno. Luego oímos murmullos de voces y vimos unas luces. El autobús, con el motor apagado, comenzó a retroceder. Algo lo empujaba desde fuera. Cuando se detuvo, bajamos con el chofer a investigar. Las voces eran de unos peregrinos que llevaban unas lámparas y entonaban cantos religiosos. Todos iban vestidos de blanco y se alejaron sin decir nada.
La neblina se disipó tan abruptamente como había llegado, y en ese momento, por las huellas de los neumáticos, nos dimos cuenta que el conductor había frenado al ras del camino, sobre un precipicio. Un movimiento más nos hubiera mandado al fondo de la barranca. Impresionados abordamos el autobús y recorrimos el resto del camino preguntándonos qué es lo que había pasado. Unos decían que las ánimas del purgatorio nos salvaron la vida; otros, que eran ángeles; el chofer, que era obra de la Virgen de Talpa.
Yo nunca entendí lo que pasó. Pero si no fue milagro, entonces ¿cuál es la explicación?
Tomado del Horror de La Gaceta de Chicoloapan