miércoles, 19 de marzo de 2014

Columna Incómoda 127

Qué 20 años no es nada
La machacona repetición de ciertas frases a veces provoca que las palabras pierdan sentido. Pero ahí están, para quien quiera y pueda entenderlas. Hace 20 años fue asesinado Luis Donaldo Colosio. Ni héroe ni villano. Sólo un político proveniente de la cultura del esfuerzo no del privilegio, que asumió la presidencia de un PRI fracturado, después de la ruptura que vivió el partido en el poder, con la salida de la “corriente democrática”, cuyos dirigentes formarían más tarde, el mayor partido de la izquierda mexicana: el PRD. Y luego de la turbia “elección” de 1988, cuando no se conoció el resultado de más de 25 mil casillas.

Colosio entendió entonces que “El cambio es el signo de nuestro tiempo. En nuestro país la sociedad se ha vuelto plural; los ciudadanos son cada vez más críticos, informados, exigentes, demandantes. Reclaman mayor participación política y justicia social”. Ante la escasa formación política y la emisión de discursos enmohecidos que repetían estribillos sin sentido, Luis Donaldo pregonaba la democratización interna y exigía “poner punto final a la perversión política de las decisiones cupulares y centralizadas; y a la imposición y a la antidemocracia”. El discurso, afirmaba “Más que exhibir la irracionalidad ajena, requiere reducir las limitaciones propias. Es urgente renovar el discurso político para llegar a la población. Que se diga lo que se piensa pero sobre todo, que se piense lo que se dice”.

Seis años después, el 23 de marzo de 1994, fue asesinado, a escasos días de haber reiterado en la Plaza de la República, ante la estructura, que el veía “Un México de mujeres y hombres afligidos por el abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales. Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan”.

En aquél entonces cuestionaba la vieja cultura priista de la “linea”: “No queremos candidatos que, al ser postulados, los primeros sorprendidos en conocer su supuesta militancia, seamos los propios priístas”. Como sigue sucediendo con la mayoría de los representantes. Sólo por pertenecer a una familia se les da un cargo aunque carezcan de todo mérito. Parecen decir: “todo se lo debo a mi padrino”. De ahí la displicencia y maltrato a la comunidad.

El desprecio de las cúpulas partidistas hacia la militancia y hacia las expectativas de los ciudadanos de Chicoloapan, impuso a personajes que sólo han provocado graves daños a nuestras comunidades. Esto hay que agradecérselo a los gobernantes estatales. Pero también a la irresponsabilidad y mira limitada de los grupos políticos locales, cuya desatinada actuación permitió el arribo de este grupo nefasto.

Nada es para siempre
El sueño de todo aprendiz de tirano implica el poder absoluto y la obediencia abyecta de sus ocurrencias, aún cuando esto implique dejar de lado la dignidad. Claro que algunos berrinches, sólo fueron para obtener más sueldo a cambio de “aceptar” bajar de nivel. Pero la megalomanía ansía que ese poder sea para siempre. No es casual que el patrón haya decidido que la sucesión en Chicoloapan es un asunto de familia. ¡Y su sucesor es.... Su cuñado!

Pero esto no se acaba hasta que se acaba. Existe siempre la posibilidad de modificar las situaciones y corresponde a los mismos grupos locales ayudar a recomponerlas. Es prioritario detener el deterioro de la vida comunitaria en Chicoloapan. La conformación de una fuerza política que ponga freno al saqueo y que construya un proyecto político, social y cultural debe ir más allá de colores e intereses mezquinos. Es momento de pensar en Chicoloapan, en los ciudadanos, en las miles de gentes que sobreviven en nuestro municipio.

Feis to Feis
Algunos lectores me incitan al morbo y quieren nombres y descalificaciones personales. ¿Pero para qué? En todo caso, parafraseando al barbón alemán les contesto: Ya no se trata sólo de criticar el mundo, sino de transformarlo. Cuánta energía se gasta en las redes sociales. Críticas y posiciones certeras, es cierto, pero que se pierden en el anonimato y la descalificación interna sin sentido. ¿Por que no, sugiero, además de ello, dejar a un lado la soberbia, buscar puntos de coincidencia y entre todos construir un nuevo bloque de poder?

La mayoría coincide en que el gobierno actual es nefasto, está muy lejos de las expectativas de la gente y que es urgente evitar su continuidad. Pero ello requiere trascender la mera crítica. Las condiciones están dadas. Existe la posibilidad de coordinar acciones con los grupos locales, para construir una alternativa común que frene y desplace al grupo en el poder. Pues es real el escenario en donde esas energías se diluyan, y se pierdan en el laberinto de propuestas y proyectos individuales. Tan es real que ya hay quienes andan ofreciendo candidaturas y, lo peor, ya hay quien se la cree.

No es el tiempo de los personalismos, sino de las coincidencias y de la construcción de acuerdos; es el tiempo para el surgimiento de una fuerza política que atraiga y potencie las energías sociales, con miras a establecer un nuevo bloque de poder que impulse un proyecto social. Es el tiempo de la política.

Juan Bautista Mendoza