viernes, 4 de noviembre de 2016

La Columna Incómoda

El trinquete

En la lejana década de los años setenta, cuando existía en México un partido único que se llamaba PRI, hubo un profesor, medio locochón, que afirmaba que la especialización de la ciencia era su idiotización. “Pues la ciencia es una sola”, y un ejemplo de su aseveración era el griego Aristóteles, un verdadero hombre de ciencia, pues su saber comprendía la filosofía, la política, la ética, la física, el arte, la ciencia como totalidad. En congruencia, aunque el mencionado mentor tenía la formación de economista y, como tal, impartía la cátedra de Economía Política, leía de todo “para evitar la idiotización de la ciencia”. Cuando lo conocí estaba embebido en la lectura de dos gruesos tomos de física mecánica. Lo que le permitió entender, según su dicho, el funcionamiento del sistema político mexicano.

En esa década, los analistas y los cientistas sociales buscaban las causas de la permanencia del sistema político mexicano y de la perpetuación del PRI en el poder. Pues mientras en el resto de los países latinoamericanos se vivían conflictos, crisis políticas, golpes de estado, guerrillas y dictaduras militares, en México había “paz social”, con un estado totalitario y represivo, y un partido hegemónico (PRI) que “ganaba” todas las elecciones y controlaba todos los cargos públicos, desde la presidencia de la república hasta los ayuntamientos más pequeños, pasando por las gubernaturas, las cámaras de diputados y de senadores; con una disciplina férrea que obligaba a todos los militantes a aceptar, sin discusiones, las designaciones y el reparto del hueso. Años más tarde el escritor Mario Vargas Llosa caracterizaría al sistema priista como la dictadura perfecta; y Enrique Krauze, junto con otros politólogos, como dictablanda.

Pero regresando a Roberto Castañeda, que así se llama el mencionado profesor, luego de sus estudios de física mecánica, afirmó triunfante: “He descubierto la clave de la permanencia y conservación del sistema político mexicano: El trinquete”.  Y procedió a explicarnos su teoría: “En física mecánica, el trinquete es un engranaje que permite girar hacia un lado, pero impide que gire en sentido contrario, lo traba, lo que evita también la caída de un objeto. Lo mismo sucede en el sistema político mexicano: lo que hace que el engranaje del sistema político gire, se mantenga y no se rompa, es el trinquete”. 

¿Y qué es el trinquete en el sistema político?: es la corrupción, la tranza, el ‘agandalle’ ilícito del presupuesto. No se trata entonces que de pronto se descubra que un político es corrupto, sino que el sistema en su totalidad se basa en la corrupción, es su esencia, su forma de funcionamiento. Para evitar que el sistema político se derrumbe, se aplica el trinquete en todos los niveles de gobierno. El sistema político mexicano está diseñado para que todos “trinquen” en su cargo, al tiempo que cubren al otro. El que llega cubre al que se va y el de arriba cubre al de abajo, que a su vez le suministra recursos a su superior.

Por eso no son fruto de la casualidad los lemas del sistema priista: “No te pido que me des, sólo ponme donde haya, que yo me encargo de agarrar”; “me hizo justicia la revolución”; “Un político pobre es un pobre político”; “político que no transa, no avanza”; “donde hay obras, hay sobras”, "vivir fuera del presupuesto es vivir en el error".

Lo anterior es posible porque el sistema político sigue siendo el mismo. Aunque se ha avanzado en sistemas electorales y democracia, el régimen no ha cambiado. A diario nos enteramos que desde la presidencia de la república hasta la presidencia municipal, los políticos son unos “trinqueteros”. En Chicoloapan los ciudadanos son testigos del eriquecimiento y de la transformación de los “políticos”, que pasan de ser unos 'don nadie' a empresarios, constructores y nuevos ricos.

La corrupción es la garantía para la supervivencia del sistema político, por ello va de la mano con su gemela: la impunidad. Es decir, aquí no pasa nada. Le harán al teatro un rato, de que persiguen a los corruptos (que por cierto siempre se les escapan, y si no, pasado el escándalo mediático les regresan sus fortunas y sus propiedades). Al final todos quedan impunes.

A ver mis queridos ciudadanos: ¿Ustedes saben en qué se gastan el dinero público sus autoridades municipales? ¿Saben cuánto cuestan realmente las “obras” y cuánto son las "sobras"? No hay un mecanismo de control de los recursos; y cuando se crean, se colocan a los mismos cuates o a los familiares, para garantizar que el trinquete siga funcionando.

Cabildo reload

Parece que está de más preguntar a ustedes, mis lectores, si saben quiénes son los integrantes del ayuntamiento de Chicoloapan y a qué partido representan. Porque resulta que ha habido reacomodos internos en el actual ayuntamiento que, a quienes se dedican a los asuntos políticos, les parecen noticias, a veces, morbosas. Consideran que son grandes acontecimientos que provocarán, según ellos, el asombro entre los ciudadanos. Por ejemplo si usted, ingenuamente, votó en 2015 por un partido llamado encuentro social, no logró sacar al PRI del poder, pero sí les dio chamba a dos personas con el cargo de regidores. Pero resulta que ya bailó su voto, porque al día que esto se mal escribe, ya no hay regidores por ese partido. Y no crea que los corrieron, lo cual sería un ahorro al presupuesto, no, sólo consideraron que lo que más conviene a sus intereses era cambiarse de partido. Y así lo hicieron: se cambiaron de partido. 

De la misma forma, si usted votó por el PRD, tampoco quitó el poder al PRI, pero si les dio chamba a otros dos personajes. ¿Pero qué cree? Tampoco en el PRD ya son los que eran, pues un regidor consideró que sus intereses estaban mejor en otro partido y ya se cambió. ¿Qué quiénes son? Me van a perdonar mis queridos lectores, pues al igual que ustedes, ni siquiera sé sus nombres, pues así como llegaron se irán, sin pena ni gloria.

Pero decía yo que entre quienes se dedican a los quehaceres de la política y viven de lo mismo, les parecen relevantes estos reacomodos, porque ahora el Partido Morena tiene cuatro regidores, que lo convierte en la principal fuerza opositora. ¿Y eso le sirve de algo a los ciudadanos? Con ingenuidad podríamos decir que sí. Porque los lineamientos de Morena establecen que los representantes populares “deberán donar el 50% de lo que ganan, para ser destinado a 'la causa de la educación superior'”. Asimismo, con esa fuerza en el cabildo, pueden presionar al partido en el poder municipal para que se ponga a trabajar; para que los recursos se destinen a atender las necesidades prioritarias del pueblo; y, sobre todo, para que se transparente el uso del presupuesto y sea dado a conocer a los ciudadanos. Sería lo mínimo que se les puede pedir a dichos regidores, lo cual haría relevantes los movimientos internos de cambios de partido. De otra forma, los reacomodos sólo servirán como una foto para el ‘feis’.

El ingenuo
Juan Bautista Mendoza

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