lunes, 12 de junio de 2017

Relatos desde Regina

Una mujer mayor


Por Roxana Martínez Huerta

Mi novia y yo estábamos en la recepción de un hotel de paso, registrándonos para pasar juntos la noche, cuando bajó corriendo por la escalera una mujer totalmente desnuda y descalza; lloraba y gritaba. Detrás de ella, un muchacho con un lío de ropa en la mano, y sólo el pantalón puesto, trataba de alcanzarla. Salieron a la calle.

Todo fue tan inesperado que nos quedamos boquiabiertos tanto el administrador como nosotros.
-Bueno tortolitos. Gracias a la parejita rijosa ya tienen cuarto libre. Eh ¿que os parece?- dijo el gachupín, detrás del mostrador.

Tina estaba tan nerviosa que pensé que se había arrepentido de pasar la noche conmigo. Entre el sujeto y yo la calmamos, dijimos que era sólo un pleito de enamorados, que no le diera importancia. Convencida y tranquila la tomé de la mano y subimos a la habitación 303. Todo estaba en orden: cama tendida, todo limpio y en su lugar. Parecía que la pareja más se había tardado en entrar, que en salir corriendo en pelotas.

Tina se metió a bañar. Yo me desnudé y me quedé echado sobre la cama esperándola. Iba a encender la televisión, cuando escuché un grito agudo de mujer, que venía de la calle. Me asomé por la ventana, pero no logré ver nada. Pensé que era la loca desnuda que seguía haciendo su numerito en plena acera.

Tina salió de bañarse muy tranquila, con una toalla enredada en el cuerpo, al parecer no había escuchado nada. De golpe se abrieron todas las puertas colándose en la habitación un aire helado, y se volvió a escuchar el mismo grito desgarrador.

Nos abrazamos muertos de miedo. En la ventana apareció la cara de una mujer; nos miraba fijamente y dio un aullido que parecía no tener fin. Mi novia corrió a vomitar al baño. Yo no podía moverme. La cabeza me punzaba. Después de unos segundos todo quedó en silencio, y la cara de la mujer se fue desvaneciendo poco a poco.

Nos vestimos y bajamos la escalera corriendo. En la puerta estaba la señora del aseo, sacando la basura. Nos miró y nos preguntó:

-¿Ustedes también la oyeron?

- Sí. ¿Quién o qué es eso?, pregunté.

-Yo pienso que es el alma en pena de una mujer que venía seguido con un joven -dijo la señora del aseo, dejando las bolsas negras de plástico en el suelo, y siguió contando-. Fueron clientes mucho tiempo. Pero cuando el joven la quiso dejar, la señora no aguantó y después de discutir y gritar mucho rato, se aventó por la ventana del 303. Su cuerpo cayó sobre el pavimento. Pobre, quedó destrozada; no era fea. Era mayor que el chico. Ya sabe que a los jóvenes se les pasa pronto la pasión. Fue hace dos años. Así que la difuntita anda penando y espantando a todos los enamorados que ocupan esa habitación. Ahora les tocó a ustedes.

Al ver nuestras intenciones de salir de ahí, la mujer dijo:

-No se espanten. Ya casi es de madrugada, y son más peligrosos los asaltantes en la calle, que el alma de la doñita penando. Yo que ustedes, me regresaba al cuarto, el patrón ni les va a regresar su dinero, ya se fue a dormir, argumentó la mujer.

Ni falta hacía. Nos subimos al coche y arrancamos en medio de una densa oscuridad.

Tomado del Horror de La Gaceta de Chicoloapan

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